Ser buenas ovejas para nuestro pastor
¿Qué fue lo que pensó Dios? “¿Para qué seguirles enviando buenos sacerdotes, si no quieren enmendarse? Les enviaré uno más adecuado a su estado actual”.
«Me cuentan que tuvieron un párroco muy bueno, quien, luego de cierto tiempo, fue trasladado a otra localidad. En su lugar vino otro sacerdote, cuya conducta les molesta mucho. No es atento y siempre celebra los oficios litúrgicos a toda prisa; además, es superficial en sus conversaciones, y negligente y farragoso en sus homilías.
Y ahora me preguntan cómo pueden librarse de esta tentación.
¡Bien, ustedes mismos son los culpables esta situación! El Señor les dio un buen párroco, pero, como no supieron apreciarlo, se lo llevó de vuelta. Les pregunto: ¿Se hiceron hicieron mejores cristianos, por le hecho de tener un buen sacerdote? Creo que a ninguno de ustedes le resultará fácil responder a semejante interrogante. Y es que también yo, desde la distancia, me doy cuenta de que no se hicieron mejores, ateniéndome a las duras críticas que le hacen al nuevo sacerdote, sin siquiera intentar controlar o disimular la aversión que sienten por él.
Antes del buen párroco que se fue recientemente, también tuvieron otro, aún mejor. ¡¿Cuántos párrocos de gran calidad les ha enviado Dios?! Y, con todo, ustedes siguen en las mismas, incorregibles… ¿Qué fue lo que pensó Dios? “¿Para qué seguirles enviando buenos sacerdotes, si no quieren enmendarse? Les enviaré uno más adecuado a su estado actual”.
¡Y se los envió!
Lo más recomendable es que cada uno haga autocrítica, se arrepienta y cambie su forma de vida. ¿No se dan cuenta de que están juzgando y condenando a su propio párroco?».
(Traducido de: Ne vorbește Sfântul Teofan Zăvorâtul – Scrisori, Editura Egumenița, p. 15)