Si cumplimos con la Ley de Dios, no debemos temer que el maligno trate de atacarnos
El demonio no se nos acercará, si mira que en nuestra alma está escrita la ley de Dios y que nuestro corazón se ha convertido en la tabla de Su ley.
El demonio no se nos acercará, si mira que en nuestra alma está escrita la ley de Dios y que nuestro corazón se ha convertido en la tabla de Su ley.
Si en nuestra mente, que ama a Dios, se escriben las letras reales, pero no como si estuvieran labradas en un trozo de bronce, sino verdaderamente grabadas por el Espíritu Santo y resplandeciendo por la abundancia del don, el demonio no podrá ni vernos de frente, sino que huirá sin ni siquiera acercársenos.
Esto, porque no hay nada que lo asuste más —ni a él ni a los pensamientos que nos inspira— que una mente que examina las cosas divinas y un alma siempre sumergida en el manantial de la santidad.
Nada de las cosas del mundo actual puede entristecer a un alma así, aunque con su comportamiento aleje a los demás, ni puede hacerla llenarse de soberbia y orgullo. En los inviernos más duros y en los tiempos más turbios, en esa alma seguirá habiendo una paz profunda, de la cual gozará por siempre.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Diavolul și magia, culegere de texte patristice și traducerea lor în neogreacă de Ieromonahul Benedict Aghioritul, traducere din neogreacă Zenaida Anamaria Luca, Editura Agaton, Făgăraș, 2012, pp. 52-53)