Palabras de espiritualidad

Si somos humildes, nuestros nombres serán inscritos en los Cielos

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Creo que conocen aquellas palabras evangélicas: “Alégrense no porque los demonios se someten a ustedes, sino más bien porque sus nombres están escritos en los cielos (Lucas 10, 20).

Creo que conocen aquellas palabras evangélicas: “Alégrense no porque los demonios se someten a ustedes, sino más bien porque sus nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10, 20). Voy a detenerme un poco en estas palabras, porque son muy importantes.

Y lo son porque también nosotros debemos buscar ser inscritos en el libro celestial, en los pensamientos del Señor. El profeta Isaías menciona que Dios dice: “Mira cómo te tengo grabada en la palma de Mis manos” (Isaías 49, 16) (se refiere a Jerusalém). ¿Qué significa tener algo escrito en la palma de tu mano? Que lo puedes ver constantemente. Cada vez que te miras la mano, ves también lo que ahí tienes escrito. Desde luego, es una expresión, porque a menudo hablamos de las manos de Dios (“Tus manos me han hecho y organizado, dame la inteligencia para aprender tus mandatos” – Salmos 118, 73), Pero no debemos pensar que Dios tiene manos, piernas, etc. Sólo en el caso de nuestro Señor Jesucristo, Quien es Hijo de Dios encarnado, se puede hablar de una naturaleza humana y un cuerpo humano, desde luego, transfigurado, más alto que este mundo. Él sí puede tener algo escrito en Su palma. Y, de hecho, lo tiene: ¡las cicatrices de los clavos! Esta es la señal del amor de Dios. Cada vez que nuestro Señor Jesucristo ve Su naturaleza humana, Sus propias manos, observa también las cicatrices de los clavos, señales que exigía ver el Santo Apóstol Tomás. Cuando nuestro Señor Jesucristo mira las marcas de los clavos, ve también las marcas de Su amor, porque el Hijo de Dios se sacrificó por amor a nosotros, para que nuestros nombres fueran escritos en los Cielos.

¿Acaso sabremos cuándo nuestros nombres quedarán inscritos en los Cielos? Cuando sean inscritos primero en el cielo de la humildad, como dice San Juan Climaco. Ante todo, seamos humildes, y seguramente seremos inscritos en los Cielos. No sólo en el cielo, sino en los Cielos.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 153-154)

 

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