Siempre estamos ante los ojos de Dios
Sus ojos son más luminosos que el sol y ven los misterios más recónditos del corazón; ni la noche, ni el mar, ni las profundidades de la tierra pueden ocultar algo ante Él.
Sus ojos son más luminosos que el sol y ven los misterios más recónditos del corazón; ni la noche, ni el mar, ni las profundidades de la tierra pueden ocultar algo ante Él. Acuérdate de esto, y, en consecuencia, enmienda tu conducta exterior e interior, aunque esta última no se pueda ver.
Si el Todopoderoso fuera un extraño para nosotros, quizás podríamos permanecer indiferentes ante Su omnisciencia. Pero Él es también un Juez; así, en virtud de Su omnisciencia, no raras veces pronuncia Su sentencia antes de lo esperado. Tal vez ya ha decidido que se pronuncie nuestra propia sentencia, pero a nosotros lo que nos interesa es seguir escondiéndonos, junto con todos nuestros pecados, en la oscuridad de la mentira: “¡Dios no nos ve!”.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Traducere din limba rusă de Adrian și Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, 2011, p. 37)