Sobre la Cruz y la humildad
Cada vez que alguien me besa la mano en señal de respeto, yo lo que hago es formar la Señal de la Cruz con los dedos la mano… así, en vez de besar mi mano, lo que besan es la Santa Cruz del Señor.
Cuando iba a buscar al padre Porfirio y lo veía confesando o charlando con alguno de mis hermanos espirituales, usualmente esperaba a que se desocupara y después le preguntaba:
—Abuelito, ¿quén era ese hombre?
Y, cuando se trataba de algún profesor universitario, el padre me respondía:
—Ese, hijo, es un hombre muy importante. Es profesor universitario. A su lado, nosotros no somos nada. Déjame que te cuente algo. Cada vez que alguien me besa la mano en señal de respeto, yo lo que hago es formar la Señal de la Cruz con los dedos la mano… así, en vez de besar mi mano, lo que besan es la Santa Cruz del Señor. Del mismo modo, cuando veo que alguien me necesita y no tengo cómo ayudarlo, teniendo las manos metidas en el hábito, hago la Señal de la Cruz sobre esa persona, para bendecirla…
En 1979, Dios me permitió visitar el Santo Monte Athos y recibir la bendición del padre Paisos. Mientras conversábamos, el padre Paisos me preguntó quién era mi padre espiritual. Yo le conté que era el padre Porfirio. Entonces, el padre Paisos me dijo:
—¡Hijo, Dios nos envía alguien como el padre Porfirio una vez cada cien años!
Al volver del Monte Athos, le relaté mi experiencia al padre Porfirio. Entonces, el abuelito me dijo:
—¿Qué es lo que me cuentas? ¡En verdad, en este mundo hay muy pocos hombres con los dones del padre Paisos!
¡Tan humildes eran los dos!
(Traducido de: Anastasios Sotirios Tzavaras, Amintiri despre Bătrânul Porfirie, Editura Buna Vestire, Bacău, 1999).