Sobre las almas que se apartan de Dios y las que reciben y ponen en práctica Su Palabra
Si alguien se aparta de Dios, no puede ser llevado de vuelta con maldad y reproches, sino solamente con amor. Los Apóstoles predicaron la fe en Cristo sin valerse de armas, coerciones o gritos, sino con amor.
Un hombre cometió un pecado carnal. Entonces, su ángel custodio se apartó de su lado y se echó a llorar. En ese momento, el demonio vino y se introdujo en el alma de aquel hombre. Alguien le preguntó al ángel:
—¿Por qué no te quedaste a su lado, ayudándolo a echar al demonio?
Y el ángel respondió:
—Cuando esa persona fue bautizada, Dios me encomendó que cuidara de ella. Pero, haciendo uso de su derecho a elegir, después renunció a la pureza y aprendió a vivir entre vicios y pasiones. Yo no puedo ayudarla, porque se ha apartado de Dios.
Si alguien se aparta de Dios, no puede ser llevado de vuelta con maldad y reproches, sino solamente con amor. Los Apóstoles predicaron la fe en Cristo sin valerse de armas, coerciones o gritos, sino con amor. Aquellos que fueron capaces de recibir la Palabra de Dios se hicieron cristianos, pero aquellos que no tuvieron esa capacidad, no la recibieron. Así están las cosas hoy en día. Los hombres capaces de cosas espirituales no se quejan, si aprenden bien. Por su parte, los orgullosos tienen la mente oscurecida y no entienden lo que se les dice.
(Traducido de: Îndrumar creștin pentru vremurile de azi: convorbiri cu Părintele Ambrozie (Iurasov), vol. 2, Editura Sophia, 2009, p. 252)