Sobre los efectos de la ociosidad
Así pues, estamos hablando de un terrible mal tanto para el cuerpo como para el alma.
El alma del hombre ocioso se descompone con cada día que pasa: sus sentimientos se apagan, su razón se debilita y su voluntad se enfría. El hombre acostumbrado a no hacer nada no es capaz de enfrentar la más pequeña dificultad.
Además, la ociosidad no es menos perjudicial para el cuerpo. Debilidad, indisposición, atrofia... y una extensa lista de enfermedades de toda clase. Tales son las consecuencias comunes de la holgazanería. Ésta pone un sello terrible sobre esos que la aman: el cuerpo de uno se hincha de grasa, otro sufre de la tensión arterial, otro no puede ya mover sus miembros, otro sufre por no sé qué otra enfermedad, otro, por su falta de juicio, ha conseguido que todos sus sentidos se arruinaran ya desde joven. Cualquier intranquilidad, por pequeña que esta sea, el cansancio, los cambios en el estado del tiempo o cualquier acontecimiento imprevisto le provocan una dolorosa sacudida.
Así pues, estamos hablando de un terrible mal tanto para el cuerpo como para el alma.
(Traducido de: Cuviosul Bonifatie de la Teofania, Bucuria de a fi ortodox, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, pp. 143-144)