Palabras de espiritualidad

Sobre los que se van de la iglesia antes de que termine la Liturgia

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Estando Judas en la Última Cena, mientras que todos los otros comían con el Señor, aquel se levantó y se fue.

¿Quieren que les diga qué es lo que realmente hacen los que se van de la iglesia antes de que termine la Liturgia, sin escuchar las palabras finales de agradecimiento? Probablemente les resulte duro lo que voy a decir, pero realmente es necesario que sea dicho.

Estando Judas en la Última Cena, mientras que todos los otros comían con el Señor, aquel se levantó y se fue. Actualmente, a Judas le siguen todos aquellos que se van de la iglesia antes de las últimas oraciones de agradecimiento. Porque si Judas no se hubiera ido, no se habría convertido en en lo que más tarde se convertiría; si no hubiera abandonado a los discípulos, no se habría perdido; si no se hubiera alejado del rebaño, no lo habría encontrado solo el lobo y no se lo hubiera comido; si no se hubiera aislado de su pastor, no se lo habría llevado la fiera salvaje. Y, así, mientras él se va con los judíos, los Apóstoles salen, cantando, junto al Señor.

Y ahora, amados, reflexionemos sobre lo anterior. He aquí que el Señor comparte contigo Su cuerpo. Cuando has sido invitado a una comida, al terminar, agradeces al anfitrión. Pero tú, humano e indigno, eres llamado a tener parte de un alimento espiritual que sobrepasa toda criatura visible o invisible. Entonces, ¿por qué no te quedas para agradecer, tanto con palabras, como con hechos? Digo esto, no para ser aprobado por parte de Ustedes, tampoco para que levanten la voz, sino para que, tomándolo en cuenta, cumplan con el orden adecuado. Lo que Ustedes reciben se llaman Sagrados Misterios (sacramentos) y lo son. Y ahí donde se celebran los Misterios debe haber suficiente armonía. Así, en paz, en orden, con devoción, acerquémonos a este santo sacrificio y agradezcamos con integridad, para obtener de mejor manera el beneplácito de Dios, para purificar nuestra alma y tomar parte de los bienes celestiales, de paz, de renovación, de luz, de fuerza, los que nos dé Dios, ¡para que los recibamos todos con la gracia y con el amor a la humanidad de nuestro Señor Jesucristo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos! Amén.

(Traducido de: Proloagele, volumul 1, Editura Bunavestire, pp. 368-369)