¿Tanto nos cuesta ser caritativos con los demás?
Sobre todo, la caridad espiritual es la oración que hacemos por todos nuestros hermanos y, en especial, por nuestros enemigos.
Hay distintas formas de caridad espiritual. Por ejemplo, puedo ayudar físicamente a alguien que no puede trabajar o cuidar de sí mismo. ¡Hay tantos enfermos, tantos hermanos nuestros que necesitan de ayuda! O voy y consuelo a quien sé que está apesadumbrado. Todo el mundo sufre de problemas espirituales, de pensamientos negativos... todos necesitan la caridad de un buen consejo, de unas palabras de alivio. O puedo visitar a algún recluso, a los enfermos del hospital, a los paralíticos, o a los paganos. O puedo exhortar a un pecador a que se confiese, convenciéndole de que allí se le perdonarán sus pecados y se hará digno de la vida eterna. O puedo ayudar a una familia a reconciliarse, evitando que se separen. O puedo ayudar a alguien a que haga una buena acción, un acto de caridad. Y, sobre todo, la caridad espiritual es la oración que hacemos por todos nuestros hermanos y, en especial, por nuestros enemigos.
¡Nosotros, que nos decimos “sanos”, no olvidemos a quienes sufren! ¡Que estas personas no falten en nuestras oraciones y de nuestro cuidado! Pidámosle a Dios que les dé paciencia, consuelo y salud. ¡Aprendamos a sentir el dolor de nuestros hermanos! ¡Si no actuamos así, es que no tenemos amor! Si nos olvidamos de ellos, estamos afuera del amor de Dios. Él les envía estas pruebas para llevarlos a Su Reino, y nosotros debemos ayudarlos. Pensemos, ¿cuántas personas agonizan en este instante? La forma de vida que han llevado les acusa, la conciencia también les reprende, diciéndoles: “¿Qué va a pasar contigo ahora?”. Que este dolor y esta agonía se hagan nuestros, y Dios, “Aquel que escruta los corazones y sondea las entrañas”, conocerá nuestro amor, lo consignará y se hará deudor por él No solamente en la vida futura nos dará y nos recompensará, sino que también en esta vida vendrá el momento cuando, en la tribulación, nos concederá Su auxilio, iluminando a otros para que oren por nosotros, del mismo modo en que antes lo hicimos nosotros.
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere Pr. Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, pp. 57-58)