Tener demasiados juguetes podría estresar al niño
La abundancia atrae, inevitablemente, el aburrimiento, la apatía. Por tal razón, los pediatras aconsejan con insistencia dar tan sólo unos pocos juguetes al niño, poniendo los demás en un sitio lejano, fuera de su alcance. De esta manera, cuando el niño se aburra de los que ya tiene, pedirá los otros, como si fueran nuevos.
Recuerdo claramente que no tuve muchos juguetes en mi infancia, al igual que muchas personas de mi edad. Aunque hubiera deseado tener la mitad de mi habitación llena de juguetes, esto era un sueño imposible. No teníamos espacio, cada metro cuadrado de nuestro apartamentito estaba ya lleno de cosas. Y, al acostarnos, el espacio que quedaba libre lo ocupaban las nuestras camas al ser tendidas. Apenas quedaba espacio para moverse. ¡Imposible, entonces, pretender tener más juguetes!
Si le describimos a nuestros hijos las condiciones en las que nos tocó vivir de pequeños, seguramente pensarán que se trata de alguna película “de horror”. Actualmente hay toda clase de juguetes, como nosotros nunca hubiéramos podido soñar. Lo máximo a lo que podía aspirar cualquier niña era tener una muñeca alemana de caucho, con ojos que se abrían y cerraban, y cabello sintético que se podía lavar y peinar. ¿A quién asombra ahora un juguete así?
Luego, ¿por qué los padres de hoy se quejan con el psicólogo, al ver que su niño no quiere jugar, a pesar de tener más juguetes que un almacén entero? ¿Y por qué los psicólogos intentan llamar la atención de los padres, uniendo dos conceptos que en apariencia no tienen nada que ver, “juguetes” y “peligro”?
También la abundancia es un estrés.
La primera vez que escuché semejante idea no me lo podía creer. Para alguien que creció entre incontables carencias, tal afirmación resulta algo inconcebible. Ahora, hallándonos “al otro lado de la barricada”, tenemos la posibilidad de experimentar muchas más cosas en nuestra propia piel. Y esta experiencia demuestra que la diversidad en abundancia puede accionar sobre la mente, deprimiéndola.
Muchas mujeres se han quejado conmigo, contándome cómo se cansan rápidamente al visitar los grandes centros comerciales, agobiándose, bloqueándose. Así reacciona la mente, cuando es incapaz de resistir la ola de nuevas impresiones. Habrá quienes, al contrario, dirigen los ojos a todas partes, como queriendo comprarlo todo, aunque no les alcance el dinero... Después, en vez de alegría sobreviene la irritación, el enojo, la indisposición. En el lenguaje del psicoanálisis esto se llama “frustración”.
La mente de los niños es aún más sensible y vulnerable. Por eso, muchas mamás se espantan cuando sus hijos pequeños insisten en entrar a alguna juguetería, sabiendo que los ojos los ojos se les irán por todas partes y la discusión terminará inevitablemente en llanto. Y si le satisfacen su capricho, comprándole algo, la alegría le durará un par de días, porque pronto se aburrirá de sus nuevas adquisiciones.
La abundancia atrae, inevitablemente, el aburrimiento, la apatía. Por tal razón, los pediatras aconsejan con insistencia dar tan sólo unos pocos juguetes al niño, poniendo los demás en un sitio lejano, fuera de su alcance. De esta manera, cuando el niño se aburra de los que ya tiene, pedirá los otros, como si fueran nuevos.
(Traducido de: Tatiana L. Şişova, Probleme şi dificultăţi în educarea copiilor: îndrumar pentru părinţi, traducere din limba rusă de Pr. Nicolae Creţu, Editura Sophia, Bucureşti, 2012, pp. 379-380)