Tesoro de sabiduría de los Tres Santos Jerarcas
Mientras vivas en bienestar, ayuda al necesitado. No esperes a que tengas que sufrir tú también para aprender lo terrible que es la falta de humanidad y la gran virtud que es el altruismo.
San Basilio el Grande:
La serenidad es el inicio de la purificación del alma.
Imita a la tierra, oh hombre, y da frutos como ella. Muéstrate mejor que ella, que no tiene alma. Porque ella no produce frutos para su propio goce, sino para servirte a ti, mientras tú te guardas los frutos de todo lo que haces.
Contentarse con poco es el único tesoro que no se agota jamás.
Muchas veces sucede que nuestros amigos obran nuestra propia perdición, mientras nuestros enemigos, nuestro propio bien.
San Gregorio el Teólogo:
No extiendas tus manos al Cielo, mejor extiéndelas a las manos de los pobres. Si extiendes tus manos a los pobres, estarás alcanzando la cima del Cielo.
Es bueno vencer la insolencia con la bondad y hacer mejores a quienes nos ofenden, a quienes soportamos cuando sufrimos por causa suya.
Mientras vivas en bienestar, ayuda al necesitado. No esperes a que tengas que sufrir tú también para aprender lo terrible que es la falta de humanidad y la gran virtud que es el altruismo.
No anheles la vanagloria, porque es mejor ser lo que eres, que lo que crees ser. No pretendas el elogio de los demás, porque ¿de qué le sirve al mono que alguien le llame león?
San Juan Crisóstomo:
¿Quieres que tu esposa te obedezca como lo hace la Iglesia con Cristo? Cuídala, así como Cristo cuida a Su Iglesia. Y si debieras ofrendar tu vida por ella, si tuvieras que ser despedazado por ella, súfrelo todo, no rehúyas el sacrificio. Y, sin embargo, ni con esto estarás haciendo lo que hizo Cristo por Su Iglesia
Rico no es el que tiene mucho, sino ése que no necesita nada. Porque ¿de qué le sirve al hombre dominar el mundo entero, si vive en una tristeza mayor que la de aquel que no tiene nada? Es la disposición interior la que hace a los hombres ricos o pobres, y no el poseer mucho o nada.
La salvación es imposible para aquel que no estudia las Santas Escrituras.
El amor ve a los demás como se ve a sí mismo y considera todo lo suyo como perteneciente a todos. El amor hace de la pobreza del otro su propia preocupación. El amor sirve la mesa para todos, ricos y pobres, sabios e ignorantes.
San Gregorio, sobre San Basilio el Grande: “Su palabra resuena como el trueno, porque su vida refulgía como el rayo”.
(Traducido de: „Picături de înțelepciune”, trad. din limba greacă de ieroschim. Ștefan Nuțescu, Edit. Evanghelismos, București, 2007, pp. 9-22)