La Divina Liturgia no tiene similar en este mundo. Es algo único. Y, entonces, viene nuestro Señor Jesucristo y dice: “Al que se ponga de mi parte ante los hombres, yo me pondré de su parte ante mi Padre de los Cielos.Y al que me niegue ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los Cielos.”

Alejarse de Dios no consiste únicamente en decir “no conozco a Dios, no quiero saber de Él”, No. Porque también te alejas de Dios cuando haces algo que Él no quiere que hagas. Por ejemplo, si no asistes a la santa iglesia el domingo, sabiendo que debes hacerlo, te alejas de Dios... y luego te asombras si tu fe se debilita. ¿Cómo no debilitarse, si tus actos atentan en contra de ella? ¿Cómo puedes decir que mereces tener a tu lado al Señor Jesucristo, si tus actos no son lo que Él quiere, y lo que Él quiere, no lo haces? Quiero que entiendas que debes tener fe en Dios y que esa fe debe ser activa, en todas las circunstancias de tu vida. Y es que, adonde quiera que vayamos, debemos demostrar que somos hombres de fe, personas que saben evidenciar su fe en nuestro Salvador Jesucristo, en el Evangelio, en las enseñanzas de la Iglesia, en el propósito de los oficios litúrgicos...

Así se confiesa la fe, con la forma de vivir, en todas sus circunstancias. Debemos mostrar siempre, por fuera, cómo somos por dentro y si somos creyentes, debemos demostrar nuestra fe. La medida de nuestra fe, es la medida de nuestra propia vida. Tu vida es lo que tu fe es. Hay un dicho rumano, que dice que tu rostro muestra lo que es tu vida. Entonces, digamos que nuestra vida demuestra nuestra fe.

(Traducido de: Părintele Teofil Părăian, Lumini de gând, Editura Antim, 1997, pp. 292-293)