Palabras de espiritualidad

Todo es vano, si nos falta la humildad

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Así es como el maligno se esmera en inmiscuir su maldad en todos.

Vana es toda penitencia, todo esfuerzo, toda obediencia, toda renuncia y aun toda sabiduría, si le falta la humildad de corazón. Porque, así como el principio y el fin de toda virtud es la humildad, del mismo modo, el principio y el fin de todo mal es la soberbia. Este espíritu impuro se manifiesta de muchas formas y de muchos modos, buscando siempre reinar sobre todos, y a cada uno le tiende su trampa con astucia: al sabio, con su sabiduría; al fuerte, con su fuerza; al rico, con sus riquezas; al que es belloi, con su hermosura; al buen orador, por su elocuencia; al que tiene buena voz, con su canto; al entendido, con su entendimiento; y al que se conduce con nobleza, con su propio porte.

Del mismo modo, el maligno no deja de tentar a los que llevan una vida espiritual: a quien a renunciado al mundo, con esa renuncia; al que practica la templanza, con su abstinencia; al que es tranquilo, con su tranquilidad; al que no es codicioso, con su austeridad; al que gusta de aprender mucho, con esa búsqueda de conocimientos; al piadoso, con su devoción, y al que sabe mucho, con su erudición. Pero es que el conocimiento verdadero está unido a la humildad de mente. Luego, así es como el maligno se esmera en inmiscuir su maldad en todos.

(Traducido de: Sfântul Efrem Sirul, Cuvinte şi învăţături, vol. I,Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 100)

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