Nuestro Señor Jesucristo es el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, y es también el Salvador del mundo. Es decir que todo eso ocurrió para que el Señor pudiera salvar al mundo: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”, leemos en el Santo Evangelio según San Juan. Esas palabras del Santo Evangelista Juan fueron inspiradas por el Espíritu Santo.

Y todo eso ocurrió por nuestra salvación. Fue por nuestra salvación que Él se encarnó; por nuestra salvación nació de la Santísima Virgen María; por nuestra salvación fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; por nuestra salvación murió y fue sepultado; por nuestra salvación resucitó de entre los muertos al tercer día; por nuestra salvación ascendió a los Cielos; por nuestra salvación fue enviado el Espíritu Santo sobre los Santos Apóstoles; por nuestra salvación Él vendrá nuevamente a juzgar a vivos y muertos, y Su Reino no tendrá fin.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Pârâian, Gânduri care duc spre lumină, Editura ASAB, București, 2011, p. 243)