Palabras de espiritualidad

Todo lo que nos rodea es fruto de la omnisciencia de Dios

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

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Mientras más se adentra la ciencia en los misterios de la naturaleza, más evidente se hace que esta última es obra de una altísima inteligencia y más alto se eleva el ojo de nuestra mente, en el conocimiento de su Creador.

Si dirigimos la mirada al cielo, si observamos los armoniosos movimientos de los astros, entendemos que todo se mueve según lo determinan unas leyes que son eternas, mismas que fueron dadas a la naturaleza por su Creador, al darlef forma. Si miramos a nuestro alrededor, en cada planta, en cada animal, incluso en cualquier piedrecita, veremos la sabiduría de Aquel que creó todo lo que existe. Cada ser viviente, hasta el más pequeño de los insectos, está dotado con las destrezas necesarias para sobrevivr, para defenderse y también para desarrollar su vida y multiplicar su especie. Cada cuerpo animado e inanimado de la naturaleza está compuesto por un sinfín de minúsuclas partículas, distribuidas armoniosamente.

Observémonos a nosotros mismos: ¡qué maravillosa e inteligente combinación de lo visible con lo invisible somos! Ya que nuestro cuerpo pertenece al mundo creado, también nosotros conformamos la creación más admirable, en la que cada célula tiene su propio propósito. Mientras más se adentra la ciencia en los misterios de la naturaleza, más evidente se hace que esta última es obra de una altísima inteligencia y más alto se eleva el ojo de nuestra mente, en el conocimiento de su Creador.

(Traducido de: Sfântul Ioan Maximovici, Predici și îndrumări duhovnicești, Editura Sophia, București, 2001, p. 64)

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