Todo se resume al amor
La unidad del ser divino está comprendida en la Trinidad de hipóstasis; unidad en trinidad y trinidad en unidad.
Otra novedad, la más grande de todas, que el Señor nos revela sobre Dios, es la doctrina, específica del cristianismo, sobre la Santísima Trinidad, sobre Un Dios en tres Personas o Hipóstasis: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Juan 17, 6, 25-26). Este es el Dios de los cristianos, un Dios en Trinidad: Padre-Creador, Hijo-Salvador y Espíritu Santo-Santificador del mundo.
La unidad del ser divino está comprendida en la Trinidad de hipóstasis; unidad en trinidad y trinidad en unidad. La unidad del ser nos revela la perfección divina (la perfección es una), y la Trinidad de personas nos revela la realidad y la posibilidad de relacionarse con el mundo, y de los hombres se relacionen con Él, a través de la religión. La alegría, el amor y la felicidad están relacionadas con la “comunión de los sujetos” (Dumitru Stăniloae); en el caso de Dios, con la Trinidad de personas. Solamente en comunión se puede experimentar el verdadero gozo de la existencia; solamente en comunión es posible el amor y la felicidad perfecta; solamente en comunión podemos tener religión.
La característica de la alegría, de la felicidad, y, sobre todo, del amor, es la comunión. Este último desea y pide ser compartido, de lo contrario permanecería incompleto, sin conocer su plenitud. Dios-Amor se participa a los hombres por medio de la encarnación del Hijo, quien nos anuncia el Evangelio de la salvación, y con el descenso del Espíritu Santo, que nos comparte la Gracia de la santificación. Así, nos asegura un máximo de alegría y felicidad, y la eternidad en una comunión de amor con Él.
(Traducido de: Ilarion V. Felea, Religia iubirii, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2009, p. 136)