Palabras de espiritualidad

Todos nos podemos levantar del fango del pecado

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Quien haya recibido la Gracia y después haya pecado, puede alzarse nuevamente, por medio de la contrición, como dice el salmista: Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda” (Salmos 117, 13).

A lo largo de nuestra vida, con cada una de nuestras faltas ofendemos la grandeza de Dios. Por eso es que tenemos que pedirle siempre el perdón de cada uno de nuestros errores.

Quien haya recibido la Gracia y después haya pecado, puede alzarse nuevamente, por medio de la contrición, como dice el salmista: Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda” (Salmos 117, 13). Cuando el profeta Natán cuestionó a David sobre su pecado, este se arrepintió inmediatamente y fue perdonado.

En la misma categoría entra el paradigma del asceta que cayó en pecado cuando se dirigía al manantial a traer agua. Y, al volver a su celda, se arrepintió de su falta y prosiguió con su vida eremítica. No obstante, contrariado, el maligno empezó a perturbarlo. Le mostró una y otra vez el pecado cometido y le dijo que era imposible que fuera perdonado. Todo esto lo hacía para desanimar al monje y apartarlo de la vida ascética. Pero este permaneció firme. Al mismo tiempo, Dios le reveló todo esto a un venerable padre, ordenándole animar al hermano que había pecado, para que pudiera vencer en su lucha contra demonio.

(Traducido de: Un serafim printre oameni – Sfântul Serafim de Sarov, traducere din limba greacă Cristian Spătărelu, Editura Egumenița, 2005, pp. 333-334)