Hablemos un poco de la forma en que hombre y mujer reaccionan ante el estrés. Creo que lo más importante es conocer, simplemente, esas particularidades, entendiendo que somos distintos y no asumir tales diferencias como ataques, como suele ocurrir.

Al volver del trabajo, el hombre no tiene ánimos para hablar con su esposa, así que se recuesta un poco en el sofá. Pero la mujer entiende que esto es una muestra de desatención. Por su parte, el esposo considera que su mujer piensa sólo en sí misma y que por eso inventa discusiones sobre cualquier trivialidad, cuando lo que él quiere es descansar, reponerse.

Esposos y esposas deben prestarse atención recíprocamente: la esposa, otorgándole a su marido la posibilidad de descansar, de estar solo por un tiempo y no venir a atosigarlo con toda clase de discusiones y demandas, y el hombre, recordando que su esposa necesita comunicarse con él y recibir su atención. A ningún hombre, por muy cansado que esté, debería resultarle pesado abrazar a su esposa al volver del trabajo, decirle algunas palabras tiernas y escucharla durante algunos minutos. Y, después de haber descansado un poco, bien pueden sentarse y comentar juntos la forma en que transcurrió el día para cada uno.

(Traducido de: Pr. Pavel Gumerov, Conflictele familiale: prevenire și rezolvare, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2013, p. 44)