Trabajar con las manos y orar con la mente y el corazón
Si, al concluir tu tarea, consciente de la ayuda divina, le agradeces al Señor, te habrás quedado con Él hasta el final.
«Te quejas de las cosas que te distraen de la oración y te impiden pensar en el Señor. Tienes que tratar de ver todas tus responsabilidades laborales —así como las de cualquier otra índole— como si Dios Mismo te las hubiera impuesto, pero no solamente en general, sino también en cada caso particular.
Luego, cuando empieces a trabajar, mantén en tu mente la idea de que lo que estás haciendo tiene que ser agradable al Señor. Con esto, tu mente se mantendrá unida al Señor. Si, al concluir tu tarea, consciente de la ayuda divina, le agradeces al Señor, te habrás quedado con Él hasta el final.
Si haces lo mismo con cada una de tus actividades, hasta el final del día, en todo momento te habrás mantenido unido con tu mente al Señor. Y esto es exactamente lo que necesitas: mantenerte en presencia de Dios. Y, sin lugar a dudas, esto favorecerá que experimentes el temor de Dios, la devoción, la piedad, el agradecimiento. Esos sentimientos son oraciones sin palabras».
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Editura Egumenița, 2008, p. 71)