Palabras de espiritualidad

Transeúntes en esta vida

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Busca primero cómo llegar a tu Patria celestial, y desde ya ocúpate en edificar allí tu futura morada, para que los santos salgan a tu encuentro y entres en ella con gran regocijo.

Sabiendo que no eres sino un peregrino de la vida, ¿por qué levantas torres, hombre, y malgastas tanto dinero, construyendo casas y palacios en el desierto de este mundo, en vez de buscar cómo llegar a la anhelada tierra prometida, cuyas moradas no tienen igual? Dime, forastero, cuando caminas por el campo y encuentras una choza, una cabaña, y entras en ella para descansar un poco, mientras cede un poco el calor o la lluvia, ¿te ocupas en embellecer y renovar esa barraca, sabiendo que tu paso por ella será efímero? No, lo que haces es soportar sus carencias y defectos, con la esperanza de llegar pronto a tu hogar para descansar como te mereces. Lo mismo es válido para ti, hermano, transeúnte por los caminos de esta vida. Hoy estás aquí, y mañana habrás de volver a tu verdadera Patria. ¿Por qué te desvelas construyendo mansiones y buscando cómo vivir plácidamente, para recibir la honra y el respeto de los demás? ¿Por qué te afanas en acumular oro, plata y cualquier otro aspecto de la vanidad humana, sabiendo que todo eso es pasajero y desaparece en un abrir y cerrar de ojos?

Entonces, hermano, busca primero cómo llegar a tu Patria celestial, y desde ya ocúpate en edificar allí tu futura morada, para que los santos salgan a tu encuentro y entres en ella con gran regocijo. Si es tan breve el tiempo que has de pasar en esta choza, ¿por qué no eres capaz de soportarla tal cual es, sin tratar de agrandarla y acicalarla? Si en verdad fuera extenso el tiempo que vivirás aquí, no te amonestaría por tratar de juntar riquezas o construir grandes casas, pero esta vida es tan corta y la llegada de la muerte tan incierta, porque nadie sabe si morirá mañna, que no hay nada que te haga más bien que reprenderte por añorar todas las cosas del mundo, como si fueran a durar eternamente.

(Traducido de: Agapie CriteanuMântuirea păcătoșilor, Editura Egumenița, 2009, p. 270)