Nuestra fe cristiana ortodoxa, en comparación con la de las confesiones occidentales, es llamada a menudo mística, porque, hallándose en contacto con una realidad espiritual, tiene resultados que son llamados usualmente sobrenaturales, es decir que se hallan más allá de cualquier lógica o experiencia terrenal. No es necesario estudiar la literatura antigua para encontrar ejemplos, porque la misma vida de un hacedor de milagros de nuestros días está llena de elementos místicos. El padre Juan Maximovich, quien murió hace pocos años y vivió en esta misma parte de California como Arzobispo de San Francisco, fue visto envuelto en un sublime fulgor y alzándose del suelo mientras oraba. Además, se sabe que tenía el don de ver cosas fuera del alcance de nuestros sentidos y también hacía sanaciones milagrosas… Sin embargo, ninguna de esas cosas es importante per se, porque pueden ser imitadas por los falsos milagrosos.

(Traducido de: Părintele Serafim Rose, Descoperirea lui Dumnezeu în inima omului, Editura Christiana, pp. 7-8, București, 1996)