Un corazón lleno de amor, nada más
¡Ay de aquel que odie a su hermano! Que no crea que su oración será aceptada por Dios.
Dios no acepta nuestro ayuno, ni nuestra oración, ni nuestras postraciones, ni nuestras vigilias, ni nuestra abstinencia, ni nuestro esfuerzo, si en nuestro corazón falta el amor. ¡Ay de aquel que odie a su hermano! Que no crea que su oración será aceptada por Dios. ¿Qué es lo que dice el Apóstol Pablo? “Que el ocaso no los sorprenda enfadados”. Y es que los demonios tampoco comen, de hecho no lo hacen nunca, ayunan, también son vírgenes, no se ayuntan con mujeres, no duermen jamás... pero siguen siendo demonios. En vano trabajan tanto, en vano velan, porque les falta el amor de Dios.
El odio y la maldad estropean toda la recompensa por los esfuerzos en la virtud. Si durante el día, en tu obediencia, te enfadas con algún hermano, aunque talvez este haya errado involuntariamente contigo, no vuelvas a tu celda hasta que no te reconcilies con él, diciéndole: “¡Perdóname, padre, perdóname!”. Porque en vano oras, en vano lees los salmos, en vano haces postraciones, si te abalanzas, cual demonio y lleno de odio, sobre tu semejante. Actuando así te vuelves peor que un demonio, como un demonio sin cuernos. Y nadie lo sabe, nadie lo nota, porque no tienes cuernos visibles, pero sí que tienes unos que son terribles.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa - 15, Ed. Mănăstirea Sihăstria, 2006, p. 109)