Un milagro de San Paisos Velichkovsky
“Apenas entré en su celda, mis ojos se posaron sobre el ícono del padre Paisos”
Había un archimandrita, llamado Timoteo, stárets del Monasterio Slatina, que pertenecía también a nuestra comunidad y era discípulo del anciano Paisos Velichkovsky. Por la gran devoción que tenía hacia nuestro padre, había pintado un ícono con su rostro y lo guardaba en su celda, venerándolo con profunda piedad.
Un día cualquiera, vio que de repente entró en su celda un monje, con el rostro crispado y visiblemente agitado. Ni bien había terminado de entrar aquel monje, cuando una especie de tempestad se desató en el lugar, haciéndole rodar escaleras abajo, hasta el primer nivel, dejándolo cubierto de sangre.
Semejante suceso dejó atónito al padre Timoteo. Cuando se repuso de su sorpresa, corrió a la escalera y bajó deprisa, para ayudar al monje que había caído. Al llegar a su lado, se agachó para hablarle y le preguntó qué era lo que había pasado. Entonces, el monje le confesó: “¡La verdad es que yo estaba muy molesto con usted, padre! Así, incitado por el demonio, subí a su celda decidido a matarle”, y como prueba le mostró el cuchillo que, al caer, se le había soltado de la mano. “Y, apenas entré en su celda, mis ojos se posaron sobre el ícono del padre Paisos. Entonces, me pareció que este estaba vivo, y que, mirándome con espanto, salió de su rostro como una tempestad que me arrastró hasta aquí, como usted mismo puede ver. Ahora pues, padre, haga conmigo lo que quiera, ¡miserable de mí!”.
Pero el padre le respondió: “Si nuestro santo padre, el anciano Paisos, me protege, ¿quién soy yo para vengarme?”, Y viéndolo pedir perdón entre lágrimas, lo perdonó de todo corazón y lo consoló con palabras espirituales.
Poco después de este suceso, el padre Timoteo regresó a su monasterio original, hasta que durmió en brazos del Señor, en el santo Monasterio Secu.
(Traducido de: Sfântul Paisie de la Neamț, Viața, minunile și acatistul, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 82-83)
