Palabras de espiritualidad

Un modelo de pureza e inocencia

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“Amad especialmente a los niños, porque son puros como ángeles del Cielo, y viven para llenar nuestra alma de ternura y purificar nuestros pecadores corazones, iluminándonos como faros celestiales. ¡Ay del que intente humillar a un niño!”.

Ya desde antes del cristianismo, la llegada de un niño era considerado una gran bendición. Cuando Agar, la sierva de Abraham, fue desterrada al desierto, Dios envió un ángel para que la cuidara, precisamente porque llevaba un niño en su vientre. Ese ángel, invisible para nuestros ojos, permanece al lado de cada madre bendecida que lleva un bebé en su seno.

“Os aseguro que, si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios” (Mateo 18, 3), dice el Señor.  Uno de los más grandes escritores de la humanidad. Dostoyevski, pone en boca del stárets Zósima unas palabras únicas, como parte de su testamento espiritual: “Amad especialmente a los niños, porque son puros como ángeles del Cielo, y viven para llenar nuestra alma de ternura y purificar nuestros pecadores corazones, iluminándonos como faros celestiales. ¡Ay del que intente humillar a un niño!”.

(Traducido de: IPS Andrei AndreicuțMai putem trăi frumos? Pledoarie pentru o viață morală curată, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 25)