Palabras de espiritualidad

Una bella exhortación para los padres de familia

  • Foto: Valentina Birgaoanu

    Foto: Valentina Birgaoanu

¡Bienaventurados los padres y los maestros que, guardando estas palabras, no duden en ofrecerle sus tesoros más preciosos al Señor!

En esto consiste el fundamento de cualquier educación. Llevemos a nuestros hijos al templo de la verdad, ofreciéndoselos al Señor, poniéndolos a Su servicio desde pequeños, mencionándolos en nuestras oraciones más fervientes, enseñándoles a apreciar el sacrificio del Dios Vivo y confiándolos a Sus manos, para que en nuestros corazones haya paz y la bendición del Altísimo descienda sobre ellos.

Presentemos a nuestros hijos, ya desde pequeños, ante Él. Arrojemos al delicado huerto de sus almitas la semilla de la Palabra de Dios. Mantengamos ante sus ojos el rostro del Señor, para que se acostumbren a acudir a Él ante cualquier necesidad y en cualquier tristeza. No permitamos que nuestros hijos crezcan sin saber que Él está siempre a su lado.

Actualmente, como en los tiempos de nuestro Señor, encontraremos a muchos que se opondrán a nuestro deseo de acercar a nuestros hijos a Cristo. En estos tiempos de falta de fe, si intentamos educar cristianamente a nuestros hijos, hallaremos incontables obstáculos. Pero no nos perturbemos, ni le otorguemos importancia a esas cosas, sabiendo que nuestros hijos no podrían hallarse en un sitio mejor que junto a Aquel que dijo: “¡Dejad que los niños vengan a Mí!” (Marcos 10, 14). ¡Bienaventurados los padres y los maestros que, guardando estas palabras, no duden en ofrecerle sus tesoros más preciosos al Señor!

(Traducido de: Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 142)