Una decisión impostergable
Hoy es el momento propicio para derramar nuestras lágrimas de arrepentimiento. En verdad, cada uno de nosotros tendría que preguntarse una y otra vez: “¿Cuán pura es mi alma?”.
Arrepintámonos con sinceridad y confesémonos sin reticencia alguna. Pensemos permanentemente en el Juicio de Dios y en Su decisión en lo que respecta a nuestras almas, repitiéndonos todos los días: “¿Me salvaré o seré enviado a los tormentos del infierno?”. Hoy es el momento propicio para derramar nuestras lágrimas de arrepentimiento. En verdad, cada uno de nosotros tendría que preguntarse una y otra vez: “¿Cuán pura es mi alma?”. Por eso, debemos ponernos en acción y limpiarnos de nuestras faltas; de lo contrario, tendremos que presentarnos ante Cristo en el triste estado en que nos hallamos actualmente. El recuerdo de la muerte es algo que no debe faltarnos a lo largo de toda nuestra vida monacal.
¡Qué importante y precioso es el tiempo de esta vida! Cada minuto tiene un valor inmenso, porque en ese tiempo podemos pensar en un sinfín de cosas, buenas o malas. Un pensamiento divino nos puede alzar hasta el cielo, en tanto que uno perverso nos lleva a descender al infierno. Así pues, entendamos el valor de un solo minuto de nuestra vida. Desafortunadamente, nadie piensa en esto y dejamos que pasen horas, días y años enteros sin ningún provecho. ¡Cuánto nos hemos perjudicado a nosotros mismos, sin darnos cuenta de ello!
(Traducido de: Comori duhovniceşti din Sfântul Munte Athos, cules din scrisorile şi omiliile Avvei Efrem, Editura Bunavestire, p. 64-65)