Una exhortación necesaria para cada cristiano
Humillémonos ante el Señor, arrepintámonos de todo aquello que manche nuestros corazones, y llenemos nuestra vida con el anhelo del amor, la bondad y la misericordia.
Cada cristiano debe recordar que está llamado a purificar su corazón y a arrancar de él los malos pensamientos, y que también tiene que tender hacia la santidad. El Santo Apóstol Santiago nos exhorta diciendo: “Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen sus corazones, ustedes que dudan. Reconozcan su miseria, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto y su alegría en tristeza. Humíllense delante del Señor, y Él los exaltará” (Santiago 4, 8-10). En consecuencia, humillémonos ante el Señor, arrepintámonos de todo aquello que manche nuestros corazones, y llenemos nuestra vida con el anhelo del amor, la bondad y la misericordia. Y entonces la Gracia del Espíritu Santo reposará sobre cada uno de nosotros.
(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La porțile Postului Mare, Editura Biserica Ortodoxă, Bucureşti, 2004, p. 62)