Palabras de espiritualidad

Una explicación al caos en el que está sumida la juventud de hoy

    • Foto: Valentina Birgaoanu

      Foto: Valentina Birgaoanu

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El problema es cuando el niño quiere esto y aquello, y los papás hacen todo lo posible por consentirlo. ¿Cómo es posible algo así? Ni siquiera los reyes ni los emperadores hacen todo lo que les viene en gana.

Los jóvenes de hoy en día, no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo, enfrentan dificultades muy serias. Por ejemplo, veamos lo que pasa con las familias de intelectuales. Estos tienen mucho tiempo para dedicarse a sus hijos, y los acostumbran a que hagan lo que quieran. Yo mismo sé algo de esto, porque nací prematuramente y fui un niño muy débil; como no podía comer, mi mamá me amamantó hasta los tres años. No podía comer nada preparado. Aún hoy no puedo comer huevos ni me atrae la leche. Por esta razón, mis padres tuvieron algunos problemas para que dejara de consumir cosas dulces. ¡No pude renunciar a esa comida, sino cuando ya era un adulto hecho y derecho, a los veintidós o veintirés años de edad! Actualmente, como algunas cosas dulces, pero raras veces y en pocas cantidades. Luego, el problema es cuando el niño quiere esto y aquello, y los papás hacen todo lo posible por consentirlo. ¿Cómo es posible algo así? Ni siquiera los reyes ni los emperadores hacen todo lo que les viene en gana. Este es un problema de los niños, y, atención, que los rasgos de carácter más elementales se forman hasta llegar a los cinco años de edad. El niño llora cuando lo dejan solo, y los padres, que tanto lo aman, corren a darle lo que pide. En tanto los niños son pequeños, también sus problemas son pequeños; pero, cuando los niños crecen y se hacen mayores, también sus problemas se vuelven más grandes y más serios, porque ya es más difícil agradarles. No hace mucho vino a visitarme una señora de Bitola, para hablarme de su hijo. Tanto ella como su esposo son médicos. Su hijo se inscribió en la facultad, pero no quiere asistir. Le han comprado tres automóviles, y a los tres los ha destruido en sendos accidentes. ¡Gracias a Dios, aún está vivo! Y ahora quiere un auto nuevo. La señora me dijo: “¡Cuando regreso de trabajar, veo que se abalanza sobre su padre, lo coge del cuello y le pide dinero! ¡Y después viene hacia mí y hace lo mismo!”. La pobre ya no sabía qué hacer. Yo le respondí: “En esta situación no hay otro culpable que ustedes mismos. Tuvieron un solo hijo, y desde pequeño lo acostumbraron a darle todo lo que quería. Ahora, cuando ya está grande, cada vez es más difícil… Y él rechaza que le nieguen lo que antes le daban sin titubear. ¡Quiere que se haga su voluntad, porque así fue educado! Así se explica por qué los jóvenes de hoy quieren que se haga solamente lo que ellos dicen. No son capaces de cuidar de su propia vida, mucho menos la de los demás”.  Los hijos de intelectuales, aquí y en todas partes, cuyos padres les han consentido todo desde pequeños, ahora no saben qué más hacer… ¡y hasta se vuelven satanistas! Prueban de todo, y finalmente llegan a servirle al mismísimo demonio. Muchos se suicidan. Esto es terrible, muy terrible. Si no son capaces de cuidar de su propia vida, ¿cómo podrían ayudar a los demás? Por esta razón, es difícil esperar un futuro mejor.

(Traducido de: Starețul Tadei, Pace și bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, pp. 111-112,  București, 2010)