Una forma, si menos visible, más profunda de hablar con Dios
“Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro rey, cantad; porque el rey de toda la tierra es Dios, cantadle con destreza” (Salmos 46, 7).
Alguien me dijo:
—Quiero que nos haga una oración, padre.
Le respondí:
—Oraré en mi corazón, con humildad, al Señor. Voy a orar “con el entendimiento”.
Y me preguntó:
—¿Qué significa “con el entendimiento”?
—Una oración con el conocimiento, con la mente concentrada. Escucha: una vez, la gente se reunió en una plaza y le pidieron al profeta David que les hablara, porque había tenido lugar un acontecimiento de gran importancia, y todos clamaban. Entonces, el profeta les habló: “Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro rey, cantad; porque el rey de toda la tierra es Dios, cantadle con destreza” (Salmos 46, 7).
Me lo agradeció y me dijo:
—¿En qué parte de la Escritura encuentro esas palabras? ¿En qué parte de los Salmos?
—Creo que empieza algo así: “Pueblos todos, batid palmas, aclamad al Señor con gritos de alegría…” (Salmos 46).
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, pp. 220-221)