Una pensamiento humilde hace resplandecer al hombre
¿Han visto lo que puede hacer un pensamiento humilde con un corazón contrito? Todos los defectos desaparecen de una vez, la persona se normaliza y su rostro resplandece. Al contrario, un pensamiento de orgullo o uno blasfemo, lo oscurecen.
He comprobado que un pensamiento humilde hace que la persona resplandezca. Cuando ésta reconoce en totalidad sus faltas, entonces la Gracia de Dios le inunda. Ejemplo de esto es lo que me sucedió hace unos días, cuando vino a visitarme un médico con todos sus hijos, y me dijo: “Padre, soy muy orgulloso y ésto provoca que hasta mis hijos tengan problemas”. Y al decir esto, frente a sus hijos, con los ojos llenos de lágrimas, su rostro resplandecía.
Lo mismo pude observar hace ya varios días, aquí mismo. Dos hermanas vinieron a visitarme. Hablando con ellas, descubrí muchas cosas con las que no estuve de acuerdo, y tuve que corregirlas con severidad. Una de ellas no obtuvo ningún provecho de su visita: se fue tal como vino. Y es que conocía a detalle todos los defectos de la otra. ¡Observen que el que no trabaja en sí mismo, suele tener ese “carisma”! A la otra, sin embargo, tanto le conmovieron mis palabras, que se echó a llorar. Se humilló y, al hacerlo, su rostro empezó a resplandeer. ¿Han visto lo que puede hacer un pensamiento humilde con un corazón contrito? Todos los defectos desaparecen de una vez, la persona se normaliza y su rostro resplandece. Al contrario, un pensamiento de orgullo o uno blasfemo, lo oscurecen.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, p. 170)