Una prueba de obediencia
El padre Juan respondió: “¿Y qué hago si aparece la leona?”. Con una sonrisa y, en tono de broma, el anciano Pablo dijo: “¡Si aparece y se abalanza sobre ti, átala y tráela aquí!”.
Se dice que el abbá Juan, discípulo del abbá Pablo, era muy obediente. Asimismo, se cuenta que ambos vivían cerca de un cementerio abandonado, en donde se ocultaba una leona. Un día, el anciano Pablo vio en aquel lugar rastros de estiércol de buey, y le pidió a su discípulo que trajera todo aquel excremento para usarlo como fertilizante. Pero el padre Juan respondió: “¿Y qué hago si aparece la leona?”. Con una sonrisa y, en tono de broma, el anciano Pablo dijo: “¡Si aparece y se abalanza sobre ti, átala y tráela aquí!”. Así las cosas, el padre Juan partió al cementerio, en donde, efectivamente, fue atacado por la leona. Acordándose de las palabras de su mentor espiritual, esquivó la embestida del animal y trató de atraparlo. Asustada, la leona salió huyendo. Pero el abbá Juan no se dio por vencido y se echó a correr tras la bestia, mientras gritaba: “¡El padre Pablo me ordenó que te atrapara!”. Finalmente, logró sujetarla y amarrarla. Mientras tanto, el abbá Pablo esperaba que su discípulo volviera con el estiércol. Pero lo que vio fue al padre Juan trayendo a la leona amarrada con una soga. El anciano se quedó atónito. Entonces, para evitar que su discípulo se envaneciera, le dio un leve golpe en el hombro y le dijo: “¿Acaso estás loco? ¿Por qué me traes a este torpe animal?”. E inmediatamente desató a la bestia, la cual huyó despavorida, perdiéndose en la oscuridad de la noche.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 125)