Una recomendación para llegar a la contrición y la humildad
Dios sale a nuestro encuentro, incluso cuando estamos sumergidos en la suciedad del pecado. De lo contrario, no seríamos capaces de continuar nuestra vida en Cristo.
¿Cómo llegar a la humildad y el arrepentimiento?
—¿Cómo adentrarnos en el camino de la humildad y el arrepentimiento? Es difícil hablar de esto de un modo que se aplique a todos. Creo que la iniciativa es cosa de Dios. Pienso en San Pablo en el camino de Damasco. Conocen la historia: iba a Damasco para perseguir a los cristianos de ahí, cuando tuvo esa experiencia de un encuentro extraordinario con Jesucristo.
Y Cristo comenzó a hablarle, instándolo a la contrición y la conversión.
Creo que en la existencia de cada persona interviene un momento similar, un camino de Damasco, que encierra un llamado de Dios a seguirle. Este llamado puede ser una exhortación positiva a seguir a Dios, pero también puede tomar la forma de una desgracia, una enfermedad o un drama en la vida de la persona, que la pone frente a una decisión definitiva y trascendental.
El problema es cómo continuar. En la vida espiritual hay una ley: al comienzo, el hombre recibe la Gracia de Dios, pero, inevitablemente, la termina perdiendo, porque en el momento en el que la recibió no estaba preparado para conservarla. Dicho de otra manera, Dios sale a nuestro encuentro, incluso cuando estamos sumergidos en la suciedad del pecado. De lo contrario, no seríamos capaces de continuar nuestra vida en Cristo.
(Traducido de: Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail Noica însoțite de câteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a IV-a, Editura Anastasia, 2004, p. 145)