Una vida de unidad y amor en Dios
Congreguémonos todos, uniendo nuestras almas. Amémonos los unos a los otros con valentía. ¡Esmerémonos en llevar una vida en armonía con Dios!
Sonriamos con gozo y alegría, esperando el consuelo espiritual, pero consternémonos nuevamente en pos de una templanza más fuerte, sin permitirnos afectar ninguna de las dos cosas por la desmesura de la otra.
Que nuestros ojos velen los cánones, listos siempre para responder; que nuestras fosas nasales no se dilaten por la ira; que nuestras cejas no se levanten con orgullo; que nuestra lengua no hable duramente desde la vanagloria y que cada uno de nuestros sentidos sea equiibrado. Que cada uno de nuestros cánticos nos instruya y que nuestros labios se dediquen a la alabanza. Que nuestra boca se convierta en un órgano de glorificación a Dios. Que nuestra mente piense solamente en las cosas celestiales. Que nuestras manos obren únicamente las cosas de la fe correcta.
Que nadie actúe con desobediencia, pensando solamente en su propia voluntad. Que nadie se vuelva duro de corazón. Que nadie busque las cosas que no incluyen a Dios y nos apartan del sosiego monástico. Congreguémonos todos, uniendo nuestras almas. Amémonos los unos a los otros con valentía. ¡Esmerémonos en llevar una vida en armonía con Dios!
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Catehezele Mari. Cateheza 54, traducere de Laura Enache, în pregătire la Editura Doxologia)