¡Una vida holgada no es la medida del amor de Dios!
Te da miedo el sufrimiento. Y esperas gozar de todas las cosas del mundo, al lado de los tuyos...
Te da miedo el sufrimiento. Y esperas gozar de todas las cosas del mundo, al lado de los tuyos. ¡Pero una vida holgada no es la medida del amor de Dios!
Aún no comprendes el sentido del sufrimiento, por eso eres infeliz y te sientes triste. No entiendes que, por pesada que parezca, la carga que uno acepta luego no resulta tan terrible. No has entendido que el precio de la vida eterna es precisamente ese sufrimiento al que temes con todo tu ser. Entonces, ¿por qué te perturban las pruebas y las aflicciones?
¿Acaso ignoras que, cuando todos te abandonan, allá arriba hay Alguien que protege tu vida y te ama de una forma como nadie podría amarte jamás? Cuando entiendas el propósito del sufrimiento, cuando le confíes al Señor todos los problemas de tu vida, esos que parecen imposibles de resolver, y cuando dejes de confiar en el hombre, para confiar sólo en Dios, orando “¡Ayúdame, Señor, a hacer Tu voluntad!”, notarás cómo en ti comienza a materializarse esa transformación que habrá de traer luz, paz y bondad a tu vida, todo eso que es tan necesario para tu alma y las de quienes te rodean.
(Traducido de: Lacrimă și har, EdituraBonifaciu, Bacău, 2010, p. 182)