¡Uno de los milagros de la oración es que nunca se equivoca de dirección!
Si una pequeña golondrina sabía cómo encontrar esa celda, ¿cómo no habría de saberlo la oración? Así que, si tu hijo ha partido lejos o ha huído de casa, perdiéndose en el mundo, sin que se sepa en dónde está... si, como madre, oras por tu hijo, puedes confiar que la oración sabrá en dónde hallarlo.
Me tocó estar encarcelado mucho tiempo en Jilava, que es una prisión subterránea, y allí experimenté este fenómeno que voy a relatarte. En ese centro penitenciario las celdas están unidas a la cuneta que conduce a la parte superior y, en verano, las ventanas de esa parte permanecen abiertas. Con el calor estival suelen venir muchas golondrinas para hacer sus nidos en las celdas. Recuerdo que muchos de los ahí recluídos podíamos observar cómo, ya desde la primavera, cada golondrina retornaba a su nido original, siempre en la misma celda. ¿Cómo lo comprobábamos? Haciéndonos amigos de ellas, y marcándoles las patas, en otoño, para identificarlas. Así, en primavera, veíamos cómo retornaban a su lugar anterior.
Entonces, si una pequeña golondrina sabía cómo encontrar “su” lugar, ¿cómo no habría de saberlo la oración? Así que, si tu hijo ha partido lejos o ha huído de casa, perdiéndose en el mundo, sin que se sepa en dónde está... si, como madre, oras por tu hijo, puedes confiar que la oración sabrá en dónde hallarlo.
(Traducido de: Mitropolit Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările vieţii, Editura Doxologia, 2013, pp. 57-58)