Se aproximaban a la otra orilla del mar. El Señor dormía. En eso, una tormenta se desató y todos se llenaron de pavor, olvidando que Él estaba con ellos.

Lo mismo ocurre en nuestra vida, tanto en su aspecto exterior como en el interior. Se desata una tormenta de problemas o de pasiones, y nos perturbamos hasta caer espiritualmente, pensando que es lo normal. Pero el Señor nos da una lección: “¡Hombres de poca fe!”. ¡Y con toda razón! Aunque no consigas entender lo que te pasa, siempre puedes mantener la paz de tu mente. En primer lugar, mira qué es lo que Dios quiere de ti y póstrate con humildad bajo Su diestra poderosa. No te turbes, no te preocupes. Luego, ¡mantén activa la convicción de que el Señor está contigo y arrójate a Sus pies con tu oración! Eso sí, no grites: “¡Voy a morir!”, sino que clama, confiándote a Su voluntad: “¡Señor, si quieres, Tú lo puedes todo! ¡Mas, hágase Tu voluntad y no la mía!”. Y verás que así lograrás atravesar la tormenta que está empezando.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, p. 98)