Palabras de espiritualidad

¡Volvamos a la inocencia de cuando éramos niños!

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

Translation and adaptation:

La pérdida de la inocencia del corazón trae consigo la oscuridad, la agonía, la aflicción, la melancolía y la congoja del alma, es decir, todo lo que emponzoña la vida del hombre y la hace insufrible.

Como bien sabemos, los niños tienen un corazón puro. Luego, a medida que crecen, son expuestos abiertamente al mundo que los rodea, que está lleno de maldad, y su corazón se va ensuciando poco a poco, perdiendo la inocencia inicial. Así es como dejan de ser niños y pasan a ser adultos.

Los adultos se acuerdan de su infancia con cariño, a veces con melancolía, y la llaman la “época de oro”. Y, ciertamente, la infancia es “de oro”, porque es un período de pureza de corazón. Los niños no conocen el mal, la vulgaridad y la miseria que penetran con facilidad en el corazón de los adultos, quienes no han conseguido conservar al menos una parte de aquella pureza pueril. Y es que solamente esa inocencia puede darnos la paz verdadera, alegría y felicidad.

La pérdida de la inocencia del corazón trae consigo la oscuridad, la agonía, la aflicción, la melancolía y la congoja del alma, es decir, todo lo que emponzoña la vida del hombre y la hace insufrible. Por eso, nuestro Señor Jesucristo dijo con contundencia: “Os aseguro que, si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios” (Mateo 18, 3)

(Traducido de: Arhiepiscopul Averchie TaușevNevoința pentru virtute. Asceza într-o societate modernă secularizată, traducere de Lucian Filip, Editura Doxologia, Iași, 2016, p. 122)