Volver a nuestro interior, para sentir la presencia de Dios
Acordarse de Dios consiste, entonces, en dirigir la mente y la atención a Su Presencia en nosotros y en nuestra vida.
Nosotros no podemos conocer a Dios, pero Él sí nos conoce y se nos da a conocer. Esta es la Revelación. Y la gran Revelación, vivida y refrendada en la Iglesia, es, al mismo tiempo, ofrecida, vivida y refrendada en cada corazón que se abre a Él y que cree en Su nombre.
Los Padres dicen que el recuerdo de Dios es la acción del hombre de salir al encuentro y recibir al Señor, Quien viene a nosotros. Acordarse de Dios consiste, entonces, en dirigir la mente y la atención a Su Presencia en nosotros y en nuestra vida. No temamos ni nos aturdamos por el hecho de no sentir Su presencia todo el tiempo, o no todavía, porque en esta etapa no sabemos cómo es sentirlo. Aún lo confundimos con las percepciones de nuestros sentidos físicos. Por eso, se necesita de mucho silencio y de una profunda paz interior, para sentir la silente presencia de Dios en nosotros. Luego, poco a poco, cada pensamiento y cada gesto cotidiano se irán llenando de la experiencia consciente de esta Presencia que santificará no solo nuestra vida, sino también el medio donde vivimos.
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Gânduri din încredințare, Editura Doxologia, Iași, 2012, pp. 25-26)