¡Ya empieza a oler a ayuno!
“Conmueve tu corazón”, pero tu corazón no se conmueve; “apiádate”, pero tu corazón no quiere hacerlo. Y he aquí que el hombre se queda encerrado en sí mismo debido a la petrificación de su corazón y, reconociéndose incapaz de vencerse a sí mismo, clama al Misericordioso Dios: “¡Abreme las puertas del arrepentimiento, Oh, Dador de vida!”
Hoy comienza el Tríodo.
¡Comienza a oler a ayuno! Debemos prepararnos para encontrarnos con él, y no solo por el simple hecho de encontrarnos, sino para alcanzar el objetivo por el cual el ayuno fue instituido: el arrepentimiento y la corrección de nuestra vida. Y, entonces, podemos escuchar ese cántico de humildad: “Ábreme las puertas del arrepentimiento, Oh, Dador de vida!”
“¡Ábreme las puertas del arrepentimiento!” ¿Pero quién las cerró? Ellas fueron abiertas por la Cruz, están y estarán abiertas para todos los hombres, mientras exista el mundo y, para cada uno de nosotros, mientras nos quede un hálito de vida. .
Bien, las puertas de la piedad de Dios están abiertas, ¿Quién las cerró? Debemos saber que a estas puertas se llega sólo a través de otras: la contrición y la compunción de corazón. Debemos pasar primero por todo esto para alcanzar las puertas de la misericordia. ¡Conmúevete y compunge tu corazón, que el Señor te recibirá!
“Conmueve tu corazón”, pero tu corazón no se conmueve; “apiádate”, pero tu corazón no quiere hacerlo. . Y he aquí que el hombre se queda encerrado en sí mismo debido a la petrificación de su corazón y, reconociéndose incapaz de vencerse a sí mismo, clama al Misericordioso Dios: “¡Abreme las puertas del arrepentimiento, Oh, Dador de vida!”.
¡Tu puerta permanece siempre abierta, Señor; la mía, sin embargo, está cerrada, y no tengo por dónde salir! ¡Ábreme, por esta fractura, la puerta de mi duro corazón, para que pueda salir a Tí y entrar en las puertas de Tu misericordia!
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Pregătirea pentru spovedanie şi Sfânta Împărtăşanie. Predici la Triod, Editura Sophia, 2002, p. 11)