Busquemos la misericordia de Dios
Antes de que venga aquel estremecedor día, entreguémonos a la misericordia de Dios, porque Él mismo nos exhorta: “Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y Yo os daré descanso”.
¿Por qué nos abandonamos a la pereza? ¿Por qué descuidamos nuestra responsabilidad, cuando aun tenemos tiempo? ¿Por qué difamamos las Santas Escrituras y el llamado de Cristo? ¿Acaso creemos que todas Sus palabras, sumadas a las de los Santos Apóstoles y las de los Profetas no nos condenarán el día que nos presentemos ante el estremecedor Juicio, si no respetamos y no cumplimos con aquello que se nos ha ordenado hacer?
Veamos lo que el Señor les dice a Sus discípulos: “Quien a vosotros os escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a Mí me rechaza; y quien me rechaza a Mí, rechaza a Aquel que me ha enviado” (Lucas 10, 16). Y en otra parte agrega: “El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que Yo he hablado, esa le juzgará el último día” (Juan 12, 48), es decir, Su Santo Evangelio y las otras Santas Escrituras de los Santos Profetas y Apóstoles.
Por eso, hermanos, les suplico que no difamemos nada de lo que está escrito, porque cielos y tierra pasarán, pero Su Palabra no pasará. Luego, antes de que venga aquel estremecedor día, entreguémonos a la misericordia de Dios, porque Él mismo nos exhorta: “Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y Yo os daré descanso” (Mateo 11, 28).
(Traducido de: Sfântul Efrem Sirul, Cuvinte și învățături vol. I, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 109)