Palabras de espiritualidad

¿Cómo puedes sanarte de la desesperanza?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

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Te parece que el perdón debería conseguirse a través de diversos esfuerzos, por medio de una vida en pureza, no tan sencillamente para un hombre como tú. Recibe de parte de Dios lo que Él mismo te da, permaneciendo siempre cerca de tu Padre Espiritual y tratando de cumplir con todo lo que éste te mande.

Escapar de la desesperanza es un camino muy complejo. Es necesario tener fe y humildad.

Y es que la falta de fe es la que nos lleva a la desesperanza. No le creemos a Dios, Quien nos dice “Al que venga a Mí no lo echaré, porque el que llama Mi nombre se salvará; Yo no vine para los justos, sino para los pecadores. Pero no le creemos. Entonces, cuando viene el maligno y nos dice “¡No te salvarás, porque hiciste esto y aquello! ¡Dios ya no te ama!, le creeemos inmediatamente.

Así que es necesario tener fe. Recibamos el perdón de Dios, así, simplemente, en la confesión. Habremos confesado entonces nuestra propia impotencia. ¿Cuál es la razón de nuestra desesperanza? ¿Algún pecado? Pero no hay un sólo pecado que pueda vencer el amor que Dios tiene por la humanidad. Entonces, es otra la razón. Aunque hubieras cometido quién sabe qué pecado, corre a confesarte y Dios te perdona en el acto. Entonces, tu pecado dejará de ser esa razón, porque Dios ya te perdonó. Pero aún así no tienes esperanza. Entonces no es el pecado el problema, sino el estado de tu alma, tu poca fe, tu orgullo. Porque te parece que el perdón debería conseguirse a través de diversos esfuerzos, por medio de una vida en pureza, no tan sencillamente para un hombre como tú. Recibe de parte de Dios lo que Él mismo te da, permaneciendo siempre cerca de tu Padre Espiritual y tratando de cumplir con todo lo que éste te mande.

Usualmente, quienes caen el la desesperanza son esos que no han sido obedientes a su confesor. Es una regla. La desesperanza es el precio a pagar por la desobediencia. Por eso, Dios quiere sacudirte y traerte nuevamente a la realidad, quiere que vuelvas a la Iglesia. Así pues, entremos de nuevo en la obediencia a Dios, por medio de la confesión, y tratemos de cumplir con el canon que nos dé nuestro confesor. Y asistamos con mucha más frecuencia a los servicios litúrgicos. De la desesperanza y de la melancolía se escapa por medio de la oración comunitaria.

(Traducido de: Ieromonah Savatie Baștovoi,  A iubi înseamnă a ierta, Editura Cathisma, București, 2006, p. 106-108)  



 

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