¿Cómo volver a sentir la oración en nuestro corazón?
Creo que todos tenemos ese problema de la oración repetida “mecánicamente”, sin sentirla realmente en nuestro corazón.
Todos atravesamos ese mismo estado de agotamiento, especialmente el domingo en la noche. Ciertamente, el domingo es un día muy ajetreado para el sacerdote. Creo que todos tenemos ese problema de la oración repetida “mecánicamente”, sin sentirla realmente en nuestro corazón. Una cosa que ayuda mucho es la perseverancia, porque la cantidad en la oración trae, poco a poco, la calidad.
En lo que a mí respecta, cuando no puedo orar, me detengo y digo: “Señor, Tú conoces mi pobreza…” y me acuso a mí mismo, hasta que ese juicio haga que la vergüenza se despierte en mi corazón y sienta que este empieza a desear participar nuevamente en la oración. Entonces, retomo mis plegarias, hasta que me vea en la necesidad de repetir dicho procedimiento… y así sucesivamente.
Esto es lo que puedes hacer cuando sientas que no puedes orar: detente y confiésale tu debilidad al Señor, acusándote ante Él con todo rubor, porque esa vergüenza hará que tu oración reciba la participación de tu corazón. Cuando a mí me pasa esto, no pienso para nada en la cantidad. Lo que hago es descender mi mente al corazón, y desde ahí clamo al Señor con mis propias palabras, hasta que mi corazón empiece a participar plenamente en la oración.
Un monje solía decir que, quien quiera salvarse, debe “inventar todo el tiempo nuevas estrategias”. ¡Como ven, nuestra relación con Dios puede ser algo increíblemente creativo!
(Traducido de: Arhimandritul Zaharia Zaharou, Omul cel tainic al inimii (I Petru 3, 4), traducere din limba engleză de Monahia Tecla, Editura Basilica, București, 2014, pp. 57-58)