¡Cuánto debemos agradecerle al Señor por Su sacrificio en la Cruz!
¡Por la Cruz, el universo entero del Señor se postra ante Cristo, su Dios!
¡Por la Cruz, las huestes del mal que hay en lo etéreo se desvanecen!
¡Por la Cruz, toda la fuerza de los demonios de la muerte que están en el infierno y alrededor del hombre es destruida!
¡Por la Cruz, los lamentos de las madres sin hijos se transforman en regocijo ante el Dios-Hombre clavado en la madera!
¡Por la Cruz, el temor, el hambre y la sed de los que no tienen ningún auxilio ni esperanza se difuminan!
¡Por la Cruz, la mano del hombre se asienta sobre el corazón de la mujer para que no dude!
¡Por la Cruz, el hijo clama desde el vientre de su madre: “Jesús, Dios mío, Tú eres el pesebre en el que voy a nacer”!
¡Por la Cruz, el universo entero del Señor se postra ante Cristo, su Dios!
¡Por la Cruz, la enemistad se deshizo y desapareció bajo Su Sello, y así el demonio fue derrotado!
¡Por la Cruz, el universo ha vuelto a encontrar la unidad de su identidad ante su Creador!
¡Por la Cruz, la tristeza llegó a su fin y la esperanza le sustituyó!
¡Por la Cruz, bajo Su Sello e Imagen, la muerte fue vencida!
¡Por la Cruz, la alegría vino al mundo entero!
(Madre Mariam Zacca, abadesa del Monasterio de San Juan el Bautista, Duma-Líbano)