Palabras de espiritualidad

Cuánto nos daña el deseo de venganza

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si no haces más que pensar en la forma de vengarte, te estás perjudicando, ante todo, a ti mismo. Tu ira es una herramienta que desgarra tus propias entrañas.

No sólo debemos perdonar, sino también olvidar, para sanar por completo la herida que hay en nuestra alma. Tal como el perturbado es incapaz de hallar sosiego, también el rencoroso, incapaz de olvidar la ofensa sufrida, nunca podrá alcanzar la verdadera paz, mientras siga recordando las palabras y actos del que le ofendió.

Y si no haces más que pensar en la forma de vengarte, te estás perjudicando, ante todo, a ti mismo. Tu ira es una herramienta que desgarra tus propias entrañas. ¿Y quién puede ser más infeliz que uno que siempre esta lleno de ira? Cuando ve a su enemigo, o mejor dicho, cuando de lejos alcanza a divisar sus ropajes o su casa, empieza a atormentarse más y más, formando una herida sobre la otra. ¿Por qué sufrimos tanto? Aunque el infierno no amenazara a los que no se reconcilian, los mismos tormentos interiores, provocados por el deseo de venganza, tendrían que llevarnos a perdonar a los demás. Pero, ya que fuera de esos tormentos, también el castigo eterno espera a los que no se reconcilian, ¡qué necedad que alguien sea el creador de sus propios tormentos, en esta vida y en la otra, para sufrir aquí y allá también, solamente para vengarse de su enemigo!

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Predici la duminici şi sărbători, Editura Bunavestire, Bacău)