Palabras de espiritualidad

De cómo debemos reprimir los espíritus impuros que nos agobian

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El ayuno y la oración, coadyuvándose, son dos alas poderosas, que pueden hacernos volar sobre el fango de las pasiones del cuerpo.

Cuando hablamos de los demonios, tenemos que hacer un énfasis especial los demonios de la lujuria. Nuestro Señor Jesucristo dijo que a estos se les puede echar solamente con ayuno y oración (Mateo 17, 21). El ayuno y la oración, coadyuvándose, son dos alas poderosas, que pueden hacernos volar sobre el fango de las pasiones del cuerpo. Eso sí, es importante entender que el ayuno solamente mitiga los embates de la pasión, pero no la aparta. Eso le corresponde a Dios. Pero, para que Él nos ayude, es necesario que también nosotros mismos nos ayudemos, orando y ayunando. Dios no corre a auxiliar al hombre que se ha acostumbrado a henchirse con comidas y bebidas. Dice San Efrén que es importante agregar a nuestras oraciones la reprensión a los demonios: “Si te atormenta el demonio del desefreno, repréndelo, diciéndole: ¡Que el Señor te reprima, espíritu impuro, lleno de toda inmundicia!”.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim AlexievCurăția, Editura Sofia, București, pp. 81-82)