De cómo el ayuno y la oración nos ayudan en nuestra lucha espiritual
Debemos entender que el ayuno mitiga los impulsos de los apetitos, pero no los elimina. Ese aspecto (apartar los apetitos) es obra de Dios. Pero, para que Él nos ayude, también nosotros mismos tenemos que ayudarnos. ¿Cómo? Orando y ayunando.
Sobre los demonios, de entre los cuqles tenemos que mencionar primero a los del desenfereno, el Señor Jesucristo dijo que solamente pueden ser echados con ayuno y oración (Mateo 17, 21). El ayuno y la oración, colaborando entre sí, son dos alas poderosas que nos pueden alzar sobre el fango de las pasiones del desenfreno. Debemos entender que el ayuno mitiga los impulsos de los apetitos, pero no los elimina. Ese aspecto (apartar los apetitos) es obra de Dios. Pero, para que Él nos ayude, también nosotros mismos tenemos que ayudarnos. ¿Cómo? Orando y ayunando. Dios no viene al auxilio de aquel que se ha acostumbrado a henchirse con comidas copiosas y abundantes bebidas. San Efrén el Sirio, de hecho, recomienda reprender a los demonios, como parte de la oración: “Si te atormenta el demonio del desenfreno, repréndelo, diciéndole: ‘¡Que el Señor te destruya, espíritu impuro, lleno de toda inmundicia!’”.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Curăția, Editura Sofia, București, pp. 81-82)