Del ayuno y el equilibrio en nuestro trabajo espiritual
“… Quien come un poco cada día, sin llegar a saciarse, está haciendo un esfuerzo real. Pero hay otros que desean ayunar dos días seguidos y después comer hasta saciarse. En tu caso, aunque ayunas el doble, sientes que no te sacias”.
El abbá Agatón tenía dos discípulos que vivían como eremitas. Un día, le preguntó a uno de ellos: “¿Cuál es tu labor diaria en tu celda?”. “Ayuno hasta el anochecer y solo como dos hogazas de pan seco”. El anciano le respondió: “Haces bien al comer poco, ya que tu esfuerzo físico no es muy grande”. Después, le preguntó al otro: “¿Cuál es tu trabajo espiritual de cada día, hermano?”. Y le respondió el monje: “Yo ayuno durante dos días seguidos, y después como los siguientes dos”. El abbá dijo, entonces: “Te esfuerzas demasiado, librando dos guerras al mismo tiempo. Porque quien come un poco cada día, sin llegar a saciarse, está haciendo un esfuerzo real. Pero hay otros que desean ayunar dos días seguidos y después comer hasta saciarse. En tu caso, aunque ayunas el doble, sientes que no te sacias”.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 28)