Palabras de espiritualidad

El deseo de llegar al Reino de Dios nos fortalece en la lucha contra pasiones y apetitos

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El hombre que verdaderamente sabe refrenarse es aquel que siente apetito por las bondades eternas y, buscándolas con su mente, renuncia a cualquier apetito de pecado.

También hay una abstinencia de la ira. Y consiste en controlarla y evitar que se encienda con facilidad.

También hay una abstinencia de la honra de este mundo. Y consiste en refrenar los pensamientos y no desear ser encomiados por los demás, en no enaltecernos, en no envanecernos y en no fingir haber logrado algo para que los otros nos elogien.

También hay una abstinencia de los pensamientos. Y consiste en trabajarlos con temor de Dios, en no darles libertad e impedir que se endulcen con ideas que encienden los apetitos.

También hay una abstinencia de la comida. Se trata de no buscar alimentos espciales u ostentosos, ni organizar grandes banquetes. Asimismo, en no comer a deshora o más veces de lo normal, en no dejarse llevar por el espíritu de la gula, en no comer sin saciarnos, en no desear “delicadezas” para nuestro paladar.

También hay una abstinencia en lo que respecta a la bebida. Y consiste en no caer en la pasión de la embriaguez o en el placer de las bebidas alcohólicas, en no beber vino sin temor, en no buscar bebidas especiales, finas o dulces, en no beber sin medida no solamente el vino, sino también el agua.

También hay una abstinencia de los apetitos en general y de los placeres. Y consiste en refrenar tus impulsos ante los apetitos que aparezcan, en no permitir que tus pensamientos te traigan el recuerdo de los placeres del pecado, en no endulzarte con tu mente recordando alguna impureza cometida, en no hacer la voluntad del cuerpo, sino en refrenar, con el temor de Dios, las pasiones.

El hombre que verdaderamente sabe refrenarse es aquel que siente apetito por las bondades eternas y, buscándolas con su mente, renuncia a cualquier apetito de pecado.

(Traducido de: Sfântul Efrem SirulCuvinte și învățături. Volumul 1, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 88)