Palabras de espiritualidad

El pecado de no respetar los días de ayuno

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

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Ayunar los miércoles y los viernes es una norma cristiana mínima. Si no la respetamos, nunca podremos obtener mayores bienes espirituales y la sensibilidad cristiana más madura.

El ayuno es una ofrenda que presentamos a Dios. Es decir, en el momento en que nos refrenamos, estamos haciendo un esfuerzo consciente por medio del cual le ofrendamos a Dios todo nuestro ser, nuestro cuerpo y nuestra alma.

Cuando no nos abstenemos y no respetamos estas normas mínimas, caemos en el estadio de la animalidad irracional.

Quienes no ayunan ni siquiera los miércoles y los viernes, jamás pueden sentir la presencia de Dios, no son capaces de experimentar alegrías espirituales en esta vida y no pueden recibir Su auxilio. Ciertamente, Él nos ayuda cuando se lo pedimos, pero sólo si nosotros también realizamos un pequeño esfuerzo, en la medida de nuestras humanas posibilidades.

El ayuno en familia trae las más grandes realizaciones: aparta las tentaciones, favorece la comprensión y el amor entre esposos, protege de los enemigos, ofrece sabiduría y luz a las mentes de los jóvenes que estudian, aleja todo tipo de espíritus impuros, resguarda de vicios y enfermedades, purifica de pecados y ayuda a alcanzar la salvación.

Ayunar los miércoles y los viernes es una norma cristiana mínima. Si no la respetamos, nunca podremos obtener mayores bienes espirituales y la sensibilidad cristiana más madura.

(Traducido de: Arhimandrit Ioachim PârvulescuSfânta Taină a Spovedaniei pe înțelesul tuturor, Editura Albedo, 2005, p. 72)