El rol de los Santos Mártires en la Iglesia de Cristo
La Iglesia de Cristo tiene como fundamento la sangre de los mártires.
Honramos también la santidad que los santos alcanzaron en su vida, y les pedimos, mediante la glorificación que les dedicamos, que también a nosotros nos ayuden a llegar a la santidad. No veneramos las reliquias por sí mismas, como si fueran simples huesos, remanentes de sus cuerpos, sino a la Gracia del Espíritu Santo que habita en ellas. Los mandamientos de Dios en el Antiguo Testamento prohibían la veneración de los ídolos, porque los hombres de entonces creían que en los ídolos moraba el mismo Dios. Nosotros no otorgamos a las reliquias la adoración que corresponde únicamente a Dios, pues no creemos que en ellas habite Dios Mismo, sino solamente Su Gracia (Su obra, Su energía).
Por lo tanto, al honrar a los santos, honramos también a Dios, tal como Él mismo nos dijo: “Quien os recibe a vosotros, a Mí me recibe; y quien me recibe a Mí, recibe al que me envió” (Mateo 10, 40).
La Iglesia de Cristo ha venerado desde los primeros siglos las reliquias de los mártires, que guardó con devoción, levantando en su honor iglesias, muchas veces en el mismo lugar de su martirio. Más tarde, se dispuso que se colocara una pequeña parte de las santas reliquias en la mesa del Santo Altar y en el Santo Antimension, práctica que se cumple hasta nuestros días. Y esto porque la Iglesia de Cristo tiene como fundamento la sangre de los mártires.
(Traducido de: Părintele Damaschin Grigoriatul, Minunile ‒ mărturie a dreptei credințe, traducere de Părintele Grigore Konispoliatis, Editura Areopag, București, 2012, pp. 119-120)
